Nota del Blog: Como este escrito, ya tenemos varios miles de referencias en nuestros archivos, que hemos podido recuperar de periódicos, revistas, panfletos y libros de origen españoles, estadounidenses, franceses, italianos entre otros, seguimos tratando de conseguir todo el material que nos sea posible, para poder ponerlo al alcance de nuestra gente, en su versiones originales que han sido digitalizadas.
PAISAJES DE CUBA: MARIEL Y EL LIRIO BLANCO
Más allá de Guanajay, la carretera
"vira" hacia Mariel. Atrás hemos
dejado a Arroyo Arenas, con
su Cacolota, donde en los mediodías
de lluvia torrencial los mosquitos,
asustados, vienen a morir
en la angustia de una última sed
de sangre, y donde en las noches
eléctricas del trópico, "under the
stars of Havana", los discos más
cursis de Nueva York se subliman
hasta llegar al unísono de vuestro
deseo. Atrás quedan Bauta, Hoyo
Colorado, con su tierra ocre, y e.l
lindo Caimito, que, sólo él, merece
un artículo aparte. El "auto" desafía
bravamente el áspero camino,
que muestra al aire sus vértebras
de roca y va buscando en la loma
de Mariel paisaje, de mar y palmeras,
y, en primer término, la sombra
que e! continuo batir de las ca-
ñas en abanico refresca.
El almuerzo ha sido apetitoso.
Las bebidas se han mantenido heladas
gracias a la magnífica ciencia
térmica de los americanos, largamente
experimentados en materia
de excursiones y "picnics". La
siesta en el cañaveral es una delicia.
Abajo, en la pequeña bahía,
duermen unos cañoneros cubanos,
con su aspecto de caimán scmnoliento.
Una fábrica de fosfatos
arroja al mar turbonadas de humo
algodonoso, blanco y pesado como
harina. Dín=o como la atmósfera y
el silencio. Las "auras tiño.^as" son
un punto negro en el cielo. Cuando
bajen veremos su sucio plumaje
negro, su cresta roja, su asqueroso
pico amarillo, que rebañó al ins*
tante los restos del almuerzo tan
pronto levantamos el campo.
Una familia asciende a pie la
cuesta "para buscar fresco", según
nos dicen al tiempo del saludo. Las
sombrillas rojas tienen una alegría
indecible, y bajo de ellas, las risas
suenan mejor, con un cascabeleo
que rodea, como un collar de abalorios,
a la muchachita negra que
hace de niñera. Espléndido ejemplar
que parece recién traído del
Sudán o del Congo, de la costa de
Calabar o de los deltas del Níger.
Pero si su elegante indumentaria
acredita el más alto punto de civilización,
el modo con que hace cabalgar
al chiquillo sobre su cadera
es un gesto ancestral pura sangre.
Se llama Palmira, y no es de aquí.
Ella nació poquito más allá, en Artemisa,
donde el domingo ante hubo tiros con los nacionalistas.
Ella no sabe cantar; pero baila en
cambio muy bien, y si quiero verlo
no tengo más que ir a Guanajay, a
la Sociedad Euterpe. Quien canta
bien y toca la marimba como un
ángel (brindó a un pintor esta estampa
: un ángel negro tocando la
marimba) es Domingo, su hermano,
que toca en el "grupo Apolo".
Por abajo anda, por Marie!, porque
la misma tarde se inaugura una
ais a de baños en la playita del faro.
Más Palmira no puede bañarse
aquella tarde porque tiene que ir
con las señoras. Iban a ir al "ojo
del agua" ; pero las señoras se han
asustado, y .ahora, añade, "mó
bamo a la Academia, de la Marina". ¿A la Academia, en lo alto
de la loma de Mariel? ¿Habrá allí
alguna sucursal de la Academia
platónica? Mis amigos . se ríen:
"¡Sí, hombre, a la Academia Naval,
qué está allá arriba! " Palmira,
Artemisa, Euterpe, Apolo, la Academia...
¿en que nueva Grecia tropical
aspiras a convertirte, Cuba
morena?
• • •
Un pabellón azul saca a la carretera
un disco de señales, donde se
lee: "Café La Batuta" . Es, pues,
necesario que nos detengamos a
pedir café y vía libre. 'El café es
excelente. La vía no lo es tanto, y
el pobre "auto" va dando tumbos,
como el barco ebrio de Bambú,
por este río de polvo que es el camino
abierto a" golpe de machete
en plena manigua. Sí, señor; porque
esto es la trocha, la auténtica
troch.a que abrió Maceo cuando
de.embarco en la playita dé Mariel,
como lo recuerda una sencilla
columna con una bola encima, a
guisa de monumento. Si la carretera
es mala, la playa no es más que
una ilusión, porque los pedruscos
hieren como cuchillos. Menos mal
que son- curiosos de ver, porque
una colonia de esponjas y de erizos
de mar crece entre ellos; y entre
esponjas y e-rizos se esconden
peces de forma estrafalaria, estrellados
y llenos de púas, blancos y
de un rosa pálido, con unos ojos
verdes iridiscentes, como turmalinas.
El balneario no es más que un
caserón con cuatro parede,'?. En el
pisó alto se arreglan las mujeres,
y en el bajo, loe hombres. Por una
tabla se tiran a un remanso, donde
hav un poco más de profundidad.
Pero parece que pl baño les
importa menos que bailar el "son".
Allí dentro anda la orquesta zumbando
en el aire Irrespirable:
"Mi coro se inspira
para gozar.
Par a gozar, lirio blanco."
El lirio blanco ga Palmira, u otra
negra profunda y brillante como
Palmira, que acaso se llamara Nieves,
o Blanquita, o Azucena, Rosa
u Hortensia, Cándida o Clara, porque
las' morenas gustan de estos
nombres, y a los morenos les agrada
hacer aquel género de comparaciones
tan poéticas. El negro Domingo
se ríe, reconociendo que es
verdad, pero asegurando que Palmira
ni es eu hermana, ni es el lirio
blanco. Eso del lirio blanco es un
"son" "que han sacado" hace poco y
que él bailaría de buena gana si le
dejaran entrar. Porque parece que
hay que pagar algo, y ni él ni su
amigo Mario tiene juntos un centavo.
Y habían venido andando desde
Guanajay, Domingo, con sus pies
descalzos, y Mario, con su camisa
de franela verde y su gorra color
de miel, rayada y peluda, como las
que usan los mozos de los alrededores
de Madrid. Mas cuando tienen
el dinero en su mano, el jolgorio se
acaba, y una turba negra y mulata
se precipita a las "guaguas", que
empiezan a hacer roncar sus motores
y que van a regresar a Marianao.
Mario y,el negro Domingo, que
reían de la contrariedad, vuelven a
reír ante el nuevo contratiempo de
que se haya acabado el "son",'y cortésmente intentan devolver el dinero.
Que, naturalmente, no acepto
porque los convenzo de que con se puedan marchar en la "guagua"
a Marianao y bailar en las
"fritas". Con sólo pensarlo se mueren
de gusto y entablan un diálogo de risas, que corta el estrépito
de los autobuses renqueantes a
punto de echar a andar. En aquel punto a echar a andar en aquel llas dos "guaguas " han debido de
montar quinientos negros. El tumulto
es infernal; pero en un instante
todo se pone a ritmo. Un ritmo
preciso; endiablado, pero justo;
como si lo hubieran estado ensayando
toda la vida. Llaves, palos con las manos y con los pies, con
cualquier cosa susceptible de armar
ruido, los alegres contertulios establecen
su ritmo: "chas, charraschás".
Una voz emite;
";Eh ! La Habana.
¡Uh! La Habana."
Y esto, por junto, les sirve de
copla. A la que el coro percusionista
responde en un paroxismo de felicidad:
"Chas, charraschás; charraschás.
chas, chas."
Ad. S.
Si desea ver este articulo en su version original puede pinchar en el enlace de abajo.
Enlace directo al material original.
GENTE DEL MARIEL.
domingo, 6 de agosto de 2017
domingo, 30 de julio de 2017
Tres jefes y un ejército en una mujer. Por: María Luisa García Moreno Escritora y editora
Nota del Blog: Apostaremos que casi nadie en nuestro Municipio, ha escuchado hablar de esta Patriota, sin embargo fue una de las grandes durante el periodo de la lucha, contra el regimen colonizador español. Es nuestra responsabilidad, como ciudadanos de nuestro municipio, recuperar y dar a conocer nuestra historia, este es un homenaje a una mujer, que como otras más, han formado parte de nuestra historia y esperamos que quede en la memoria y el orgullo de todos los Marieleños y en especial en los vecinos de Quiebra Hacha.
¿Quién es la mujer cuyo sepelio, efectuado tras su deceso ocurrido el 7 de septiembre de 1937,
a sus 91 años de edad, constituyó una sentida manifestación de duelo popular y una ceremonia
militar en la que se le rindió homenaje por sus notables servicios al Ejército Libertador
¿Quién es la patriota que cultivó la amistad de los tres grandes próceres de nuestras luchas
emancipadoras —José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez— y de quien el mayor general
del Ejército Libertador Pedro Díaz Molina afirmó: “Gracias a Benito Gómez, Máximo Juárez y Maine —tres de los seudónimos que ella utilizaba—, tres jefes y un solo ejército poderoso […]”.
¿Quién es la cubana que denunciada por su actividad conspirativa fue encerrada en la Casa de Recogidas y allí se convirtió en defensora de los derechos de las presas y acusadora de los desmanes que en ese sitio cometía el régimen colonial?
Tres preguntas que encierran los hitos de una vida entregada a Cuba: la de Magdalena Peñarredonda Doley. Había nacido en el pueblo de Quiebra Hacha, Pinar del Río, el 22 de julio de 1846.
Era hija del capitán español Hilario Peñarredonda y de Amelaide Doley, descendiente de emigrantes franceses. El severo militar era el jefe del puesto de Quiebra Hacha y cumplía con celo sus tareas, orgulloso de sus antecesores, uno de los cuales había participado en la batalla de Trafalgar.
Sin embargo, sus hijos eran criollos, habían nacido en esta tierra y la amaban. Un día el capitán español fue avisado de que había sido hallado el cadáver, esposado y con numerosas heridas de bala y machete, de uno de sus hijos, de quien se sospechaba que era desafecto a España. Don Hilario,
abrumado por el dolor, echó a la calle su sable, su uniforme, sus medallas… y se acostó a esperar la muerte.
Sus jóvenes hijas fueron cuidadas por la esclava de la familia. Quizás por eso, con apenas quince años de edad, Llellena —Magdalena— fue casada con José Covielles, un comerciante asturiano,
con propiedades en La Habana. Una vez en la capital, su casa de la calle San Ignacio se convirtió en sede de tertulias que contaban con la presencia de renombradas personalidades, entre quienes se hallaban Manuel Sanguily, Alfredo Zayas, Fernández de Castro y el poeta Julián del Casal.
La inquieta joven llevaba por dentro el dolor del asesinato del hermano y, en 1893, publicó al respecto un artículo en el periódico El Criollo, texto que la obligó a salir de la Isla. Fue precisamente en esta época y en Nueva York que conoció a José Martí, quien la cautivó con su palabra fácil y galana. Entre ambos surgió una hermosa amistad sustentada en ideales comunes. A partir de entonces, Magdalena se vinculó a la labor conspirativa que realizaban el Partido Revolucionario Cubano (PRC) y su delegado con el fin de alzar la Guerra Necesaria y con ese motivo, viajaría a
Estados Unidos en otras dos ocasiones.
De su amistad con el Apóstol conservaba un ejemplar, que este le había obsequiado, de los Versos sencillos, con la siguiente dedicatoria: “A la señora Magdalena Peñarredonda, modelo de paciencia y de patriotismo. Su amigo respetuoso, José Martí”.
Al estallar la guerra, Magdalena, nombrada delegada de Pinar del Río —de ahí otro de sus seudónimos: la Delegada—, arreció sus actividades conspirativas. Estuvo en contacto directo
con Perfecto Lacoste, presidente de la Junta Revolucionaria de La Habana, y con monseñor Guillermo González Arrocha, quien la sustituiría, luego de su detención, como delegado.
Activa colaboradora del 6.º Cuerpo del Ejército Libertador, era considerada por Antonio Maceo uno de los más valiosos auxiliares de la revolución por sus servicios en el traslado de la correspondencia y en el abastecimiento a los mambises de comestibles, medicamentos e, incluso, armas y pertrechos. En carta fechada el 7 de mayo de 1896, este le decía: “No ignoro lo mucho que usted trabaja y ha hecho por nuestra causa, pero por lo mismo que son valiosísimos sus servicios, no me cansaré de rogarle que no desmaye y siga ayudándonos”. La devoción que Magdalena sentía por el general Antonio la llevó a conservar como reliquia hasta su muerte un trocito de tela manchada con la sangre del Titán y una astilla de la madera del bote en que había cruzado la bahía de Mariel en diciembre de 1896, poco antes de su caída en combate.
De igual forma, Magdalena sostuvo animada correspondencia con Tomás Estrada Palma, quien a la muerte del Apóstol había sido designado delegado del Partido Revolucionario Cubano (PRC). Varios altos oficiales del Ejército Libertador se escribieron con ella para solicitar o agradecer su valiosa
ayuda o para valorar sus servicios —como puede apreciarse en las palabras del mayor general Pedro
Díaz, jefe del 6.º Cuerpo, citadas al inicio de este trabajo— o las del mayor
general José Mayía Rodríguez Rodríguez, jefe del Departamento Occidental, en misiva de febrero del propio año: “Estimo cada vez más valiosa la cooperación de usted a nuestra causa común. Si hubieran abundado patriotas de las condiciones suyas, de seguro que ya sería nuestra Cuba independiente”.
De igual modo, el también general Alberto Nodarse Bacallao, jefe de la Brigada Sur de La Habana, el 18 de octubre de 1897, le escribió: “Confirmo, una vez más, el elevado concepto que tengo formado de sus elevadas dotes de patriota de corazón […]”. Su entrega a la causa revolucionaria la obligó a cambiar de domicilio en varias ocasiones para evadir a enemigos y espías al servicio del colonialismo.
No obstante, como ya se ha dicho, su actividad fue delatada y Magdalena apresada en la Casa de Recogidas, donde su inacabable espíritu de justicia la llevó a asumir con energía la defensa de las maltratadas prisioneras.
Al finalizar la guerra conoció a Máximo Gómez Báez, cuyo nombre, como el del prócer mexicano Benito Juárez, había combinado para formar dos de sus seudónimos más conocidos. Con el Generalísimo compartió una entrañable amistad, basada en su común amor a Cuba y en las decepciones que el final de la guerra y el advenimiento de la república les causaron. También
estrechó lazos de amistad con María
Cabrales, viuda de Maceo. Durante la ocupación norteamericana, colaboró en la organización de
la futura vida republicana y, a partir de la frustración que le produjeron los primeros años de gobierno cubano, tomó la pluma para reiniciar el combate y se convirtió en sagaz periodista.
Durante varios años escribió para reconocidos medios de prensa de la capital
y la provincia. Lamentablemente poco conocida y recordada, la vida de Magdalena Peñarredonda
Doley es uno de los más elocuentes ejemplos de la entrega de la mujer a la causa de la libertad y la
prosperidad patrias.
Fuente: REVISTA DE LA BIBLIOTECA NACIONAL DE CUBA JOSÉ MARTÍ AÑO 107, NO. 1, 2016
¿Quién es la mujer cuyo sepelio, efectuado tras su deceso ocurrido el 7 de septiembre de 1937,
a sus 91 años de edad, constituyó una sentida manifestación de duelo popular y una ceremonia
militar en la que se le rindió homenaje por sus notables servicios al Ejército Libertador
¿Quién es la patriota que cultivó la amistad de los tres grandes próceres de nuestras luchas
emancipadoras —José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez— y de quien el mayor general
del Ejército Libertador Pedro Díaz Molina afirmó: “Gracias a Benito Gómez, Máximo Juárez y Maine —tres de los seudónimos que ella utilizaba—, tres jefes y un solo ejército poderoso […]”.
¿Quién es la cubana que denunciada por su actividad conspirativa fue encerrada en la Casa de Recogidas y allí se convirtió en defensora de los derechos de las presas y acusadora de los desmanes que en ese sitio cometía el régimen colonial?
Tres preguntas que encierran los hitos de una vida entregada a Cuba: la de Magdalena Peñarredonda Doley. Había nacido en el pueblo de Quiebra Hacha, Pinar del Río, el 22 de julio de 1846.
Era hija del capitán español Hilario Peñarredonda y de Amelaide Doley, descendiente de emigrantes franceses. El severo militar era el jefe del puesto de Quiebra Hacha y cumplía con celo sus tareas, orgulloso de sus antecesores, uno de los cuales había participado en la batalla de Trafalgar.
Sin embargo, sus hijos eran criollos, habían nacido en esta tierra y la amaban. Un día el capitán español fue avisado de que había sido hallado el cadáver, esposado y con numerosas heridas de bala y machete, de uno de sus hijos, de quien se sospechaba que era desafecto a España. Don Hilario,
abrumado por el dolor, echó a la calle su sable, su uniforme, sus medallas… y se acostó a esperar la muerte.
Sus jóvenes hijas fueron cuidadas por la esclava de la familia. Quizás por eso, con apenas quince años de edad, Llellena —Magdalena— fue casada con José Covielles, un comerciante asturiano,
con propiedades en La Habana. Una vez en la capital, su casa de la calle San Ignacio se convirtió en sede de tertulias que contaban con la presencia de renombradas personalidades, entre quienes se hallaban Manuel Sanguily, Alfredo Zayas, Fernández de Castro y el poeta Julián del Casal.
La inquieta joven llevaba por dentro el dolor del asesinato del hermano y, en 1893, publicó al respecto un artículo en el periódico El Criollo, texto que la obligó a salir de la Isla. Fue precisamente en esta época y en Nueva York que conoció a José Martí, quien la cautivó con su palabra fácil y galana. Entre ambos surgió una hermosa amistad sustentada en ideales comunes. A partir de entonces, Magdalena se vinculó a la labor conspirativa que realizaban el Partido Revolucionario Cubano (PRC) y su delegado con el fin de alzar la Guerra Necesaria y con ese motivo, viajaría a
Estados Unidos en otras dos ocasiones.
De su amistad con el Apóstol conservaba un ejemplar, que este le había obsequiado, de los Versos sencillos, con la siguiente dedicatoria: “A la señora Magdalena Peñarredonda, modelo de paciencia y de patriotismo. Su amigo respetuoso, José Martí”.
Al estallar la guerra, Magdalena, nombrada delegada de Pinar del Río —de ahí otro de sus seudónimos: la Delegada—, arreció sus actividades conspirativas. Estuvo en contacto directo
con Perfecto Lacoste, presidente de la Junta Revolucionaria de La Habana, y con monseñor Guillermo González Arrocha, quien la sustituiría, luego de su detención, como delegado.
Activa colaboradora del 6.º Cuerpo del Ejército Libertador, era considerada por Antonio Maceo uno de los más valiosos auxiliares de la revolución por sus servicios en el traslado de la correspondencia y en el abastecimiento a los mambises de comestibles, medicamentos e, incluso, armas y pertrechos. En carta fechada el 7 de mayo de 1896, este le decía: “No ignoro lo mucho que usted trabaja y ha hecho por nuestra causa, pero por lo mismo que son valiosísimos sus servicios, no me cansaré de rogarle que no desmaye y siga ayudándonos”. La devoción que Magdalena sentía por el general Antonio la llevó a conservar como reliquia hasta su muerte un trocito de tela manchada con la sangre del Titán y una astilla de la madera del bote en que había cruzado la bahía de Mariel en diciembre de 1896, poco antes de su caída en combate.
De igual forma, Magdalena sostuvo animada correspondencia con Tomás Estrada Palma, quien a la muerte del Apóstol había sido designado delegado del Partido Revolucionario Cubano (PRC). Varios altos oficiales del Ejército Libertador se escribieron con ella para solicitar o agradecer su valiosa
ayuda o para valorar sus servicios —como puede apreciarse en las palabras del mayor general Pedro
Díaz, jefe del 6.º Cuerpo, citadas al inicio de este trabajo— o las del mayor
general José Mayía Rodríguez Rodríguez, jefe del Departamento Occidental, en misiva de febrero del propio año: “Estimo cada vez más valiosa la cooperación de usted a nuestra causa común. Si hubieran abundado patriotas de las condiciones suyas, de seguro que ya sería nuestra Cuba independiente”.
De igual modo, el también general Alberto Nodarse Bacallao, jefe de la Brigada Sur de La Habana, el 18 de octubre de 1897, le escribió: “Confirmo, una vez más, el elevado concepto que tengo formado de sus elevadas dotes de patriota de corazón […]”. Su entrega a la causa revolucionaria la obligó a cambiar de domicilio en varias ocasiones para evadir a enemigos y espías al servicio del colonialismo.
No obstante, como ya se ha dicho, su actividad fue delatada y Magdalena apresada en la Casa de Recogidas, donde su inacabable espíritu de justicia la llevó a asumir con energía la defensa de las maltratadas prisioneras.
Al finalizar la guerra conoció a Máximo Gómez Báez, cuyo nombre, como el del prócer mexicano Benito Juárez, había combinado para formar dos de sus seudónimos más conocidos. Con el Generalísimo compartió una entrañable amistad, basada en su común amor a Cuba y en las decepciones que el final de la guerra y el advenimiento de la república les causaron. También
estrechó lazos de amistad con María
Cabrales, viuda de Maceo. Durante la ocupación norteamericana, colaboró en la organización de
la futura vida republicana y, a partir de la frustración que le produjeron los primeros años de gobierno cubano, tomó la pluma para reiniciar el combate y se convirtió en sagaz periodista.
Durante varios años escribió para reconocidos medios de prensa de la capital
y la provincia. Lamentablemente poco conocida y recordada, la vida de Magdalena Peñarredonda
Doley es uno de los más elocuentes ejemplos de la entrega de la mujer a la causa de la libertad y la
prosperidad patrias.
Fuente: REVISTA DE LA BIBLIOTECA NACIONAL DE CUBA JOSÉ MARTÍ AÑO 107, NO. 1, 2016
domingo, 23 de julio de 2017
Don. Victoriano Pérez de la Riba Migrante que entro por el puerto del Mariel, estos son sus documentos, migratorios.
Apellidos y nombre | Pérez de la Riba, Victoriano |
---|---|
Lugar de nacimiento | Comillas (Cantabria, España) |
Nacionalidad | España |
Sexo | Hombre |
Exiliado | NO |
Personas Relacionadas
Padre: Pérez de la Riba, Antonio Madre: Pereda, Vicenta de Tío: Pérez de la Riba, Agustín |
Datos del País de Salida
Lugar de salida | España |
---|
Datos del País de Entrada
Lugar de entrada | Mariel (La Habana, Cuba) |
---|
Historia del Mariel
Síntesis histórica de El Mariel, a través del historiador de la localidad, Edel Mayol Bersach. Mariel es un un pueblo de unos 40 mil habitantes en cuya bahía se acondiciona el puerto regente de la Zona Especial de Desarrollo Económico que se proyecta, con inversión de Brasil, hasta ahora por un monto de más de 640 millones de dólares. La zona significó el derrame económico en toda la provincia de Artemisa, al occidente de la isla de Cuba.
sábado, 22 de julio de 2017
Domingo Rosillo y Agustín Parlá
José Sixto de Sola
Son los primeros aviadores que han dado gloria a Cuba en el campo de la moderna conquista del aire. Las figuras del intrépido Rosillo y del temerario Parlá, son figuras nacionales. Pero ya que de la conquista del aire se trata, dediquemos en estas líneas un recuerdo al primer cubano que se elevó en los aires entre nosotros: José Domingo Blinó, corcovado y de oficio hojalatero, fue el primer aeronauta cubano. Practicó su primera ascensión en 3 de mayo de 1831, con gran entusiasmo de los vecinos de la Habana, como lo demuestra el hecho de que algunos años después se publicara un tomo de más de cien páginas, con este título: Colecciones de todas las poesías que se han publicado en esta Ciudad en elogio del aeronauta cubano D. Domingo Blinó, entre las que aparece un soneto de Ramón Vélez Herrera. (Diccionario... de Calcagno.)
Y dediquemos un recuerdo también a otro arrojado individuo, Matías Pérez, nacido en Portugal y vecino de la Habana, quien pereció en esta ciudad en la segunda ascensión que practicó, dejando un cuaderno de extravagantes décimas impreso en elogio de su "heroísmo inaudito". (Calcagno.)
Respecto de Rosillo y de Parla, todavía no se han escrito tomos de poesía; pero acerca del primero sí existe un folleto titulado La Aviación en Cuba, por Víctor Muñoz, que tiene este subtítulo: "Un recuerdo del famoso aviador cubano Domingo Rosillo. Su arriesgado vuelo Key West-Habana, que dio gloria a la patria cubana en el sublime Sport" (Habana, Imprenta y Papelería de Rambla, Bouza y Cía., 1914). Y de este folleto es de donde tomamos los datos que de Rosillo damos aquí a los lectores de CUBA CONTEMPORÁNEA:
“Domingo Rosillo empezó sus estudios y prácticas en la escuela de la Vidamée en París, Francia, sobre aeroplanos llamados entonces Morane-Borel; llevó consigo a su hermano Deogracias, y este último se dedicaba al estudio mecánico de los aviones.
Una vez hechos sus estudios y prácticas en la escuela Morane-Borel, pasó después a la escuela Bleriot, a fin de practicar en los modelos de éste y otros sistemas; estudió y practicó a conciencia con grandes elogios por parte de sus condiscípulos y maestros que lo felicitaban cada vez con más calor, porque veían los grandes progresos que nuestro simpático amigo y compatriota hacía. Volvió nuevamente a la escuela de Villacoublay de Morane Saulnier donde es hoy uno de los pilotos oficiales de la importante escuela.
Llegó el día de prueba, el día de examen, y en el hermoso aeródromo de Villacoublay, ante el jurado o tribunal de examen, que lo componían seis miembros del Aereo Club Internacional de la Francia y los Directores de las dos escuelas Bleriot y Morel, y con una inmensa multitud de amateurs y espectadores, sufrió su examen, hizo sus prácticas, realizó varios hermosos y emocionantes vuelos, dos de ellos sobre la Ciudad de París, circundando la Torre Eiffel, y demostrando su capacidad y arrojo obtuvo un diploma o título de Piloto oficial, hasta que decidió regresar a la hermosa patria cubana, a conquistar merecidos triunfos.
Sus condiscípulos le ovacionaron y felicitaron calurosamente y Domingo Rosillo quiso demostrar su amor a Cuba, y prueba tenemos todos de ello.
Vodrines, Brindejoinc des Moulinais, Pegoud, Oarros y otros famosos pilotos, gloria de la gran nación francesa, han sido y son los compañeros que en más de una ocasión han dado mitins de aviación en unión del intrépido aviador cubano.
Su hermano Deogracias no desaprovechó el tiempo; así que cuando Domingo ya era Piloto oficial de la escuela Morane, él ya era también un hábil mecánico de aviación, y varias veces se elevó con él.
¡Qué honda satisfacción se siente en el alma y en el corazón cuando se consigue un fin! Domingo Rosillo, una vez que obtuvo su título, no por eso se lanzó a excursionar; siguió prestando servicios con su condiscípulo, el gran Roland Garros, y París lo conocía ya por sus especiales y sugestivos virajes, y era frecuente oir: "voilá le cubain Rosillo": mirad, decían los curiosos, al cubano Bosillo.
Por fin embarcó para Cuba, vía New York, y arribó a la Habana el seis de Marzo de 1913, acompañado de Jules Deón, uno de los primeros maestros mecánicos de la importante casa Morane, y como auxiliar experto, su hermano Deogracias Rosillo.”
Celebra en seguida Rosillo aquí una exhibición de aviación y realiza diversos vuelos brillantes que cautivan la admiración del público.
En 11 de abril de 1913, bate el "record" de altura que el año anterior había establecido en Cuba Roland Garros. Éste subió a seis mil novecientos ochenta pies: Rosillo alcanzó una altura de siete mil ochocientos cincuenta pies, rompiendo el record de Cuba y ganando el premio de cinco mil pesos ofrecido por el Ayuntamiento de la Habana.
El 17 de mayo del mismo año, realiza su hazaña que le ha dado fama mundial, y que, con la de Parla al día siguiente, ha colocado a Cuba en el mapa de la aviación; lleva a cabo el vuelo de Key West a la Habana, en el que había anteriormente fracasado el célebre aviador Mac Curdy.
Recorrió las noventa millas que separan a Key West de la Habana, en dos horas treinta minutos y cuarenta y cuatro segundos. En aquella fecha, fue, después del viaje de Garros por sobre el Mediterráneo, el recorrido más largo que se había hecho en aeroplano sobre el océano. Con esta hazaña conquistó Rosillo el premio de $ 10,000 en oro norteamericano, ofrecido por el Ayuntamiento de la Habana al aviador cubano que primero viniese de los Estados Unidos a Cuba en aeroplano.
Con el importe del premio se compró Rosillo un soberbio aeroplano Morane, con un motor de ochenta caballos, que es el que actualmente utiliza para sus vuelos.
Después del vuelo Key West-Habana, realizó una excursión por toda la República, dando exhibiciones en las poblaciones más importantes. Y finalmente, en 25 de febrero de 1914, se transportó en su aeroplano desde Pinar del Río a la Habana, en una hora y diez y seis minutos, trayendo correspondencia de los Alcaldes de Pinar del Río y de Consolación para el de la Habana y ganando el premio de $500 dólares ofrecido por el Ayuntamiento de esta capital.
Agustín Parlá fue enviado a los Estados Unidos de América con fondos levantados por subscripción popular. Cursó sus estudios y se graduó de Piloto Aéreo en la escuela de aviación de Curtiss. Poco después se hizo de un hidroaeroplano Curtiss y esperó ocasión favorable para demostrar sus conocimientos.
Fue a Key West con Rosillo, decidido a hacer el viaje al propio tiempo que aquél; pero un desarreglo de su máquina le impidió realizar su propósito. Fue tal la desesperación del joven Parla, al ver fallida su aspiración del momento, que trató de atentar contra su vida. Pero a los dos días, el 19 de mayo, saca en Key West su aparato, y, al objetarle los amigos y el público que no debía intentar el vuelo por el fuerte viento que reinaba, les dice que sólo se proponía dar una vueltas en el aire por las cercanías. Se eleva, y con un arrojo temerario rayano en la locura, pone su timón hacia Cuba y se lanza por encima del océano, sin buques en el trayecto, sin práctica en la aviación: solamente con su máquina y un corazón cubano muy grande en el pecho. Felizmente, arribó a Cuba en la playa del Mariel, lugar cercano a la Habana, realizando él también, así, el vuelo de Key West a la Habana.
Fragmento de “El deporte como factor patriótico y sociológico”, Cuba Contemporánea, Año I, Tomo V. Habana, Junio de 1914. Núm. 2, pp. 152-54.
Fuente: https://hoteltelegrafo.blogspot.com
miércoles, 19 de julio de 2017
El Mariel, fue el primer suelo que pisaron miles de Chinos, Indios, filipinos y asiáticos en general, que llegaban a Cuba.
Culi, culí o coolie , se les decía despectivamente a los cargadores y trabajadores con escasa cualificación procedentes de la India, China y otros países asiáticos. También se utilizó para nombrar a los emigrantes de esos países que eran contratados en las colonias europeas o en los países americanos. La utilización de culíes o peones aumentó tras la abolición del comercio de esclavos.
Los culíes indios eran reclutados por contratos que establecían un periodo de trabajo no menor a ocho años, a cambio del transporte y un sueldo; pasado dicho lapso, el trabajador podía regresar a su hogar o buscar otro trabajo. En el caso de los chinos las condiciones eran más irregulares.
A Cuba llegaron unos 150.000 chinos que trabajaron principalmente en las plantaciones de azúcar de La Habana y Matanzas. En principio, estos chinos eran hombres libres, pero sus contratos les obligaban a trabajar hasta reembolsar el coste de su transporte y padecieron el mismo régimen carcelario que los esclavos africanos. Además, se dio la paradoja de que los esclavos fueron los encargados de instruir a los chinos en sus tareas, y la metodología de enseñanza que utilizaron fue la que aprendieron de los españoles a fuerza de golpes y maltratos.
Aunque se tiende a generalizar, por sus rasgos fisonómicos, no todos los asiáticos, eran chinos, muchos de estos indios, japoneses y otros tantos eran traídos de la colonia filipina._ Ciertas, conjeturas aún están por se investigadas _
Apenas fondeado el buque, el médico del puerto hacía una visita para comprobar que no había epidemia a bordo. Por ello cobraba cinco reales por cada chino, unos 300 pesos por cada buque; pero casi siempre era una simple formalidad, pues los capitanes tenían buen cuidado en hacer desaparecer previamente todos los indicios acusadores. Un periodista norteamericano, James O'Kelly,105 que visitó uno de los clípers de chinos surto en puerto, escribía: "Difícil es obtener una relación digna de crédito de lo que pasa a bordo de uno de esos buques durante el viaje, puesto que estando toda la tripulación comprometida a guardar silencio, tiene buen cuidado en ocultar todo lo que pueda perjudicarla. Me sorprendió muchísimo encontrar a los chinos en buen estado y vestidos con un traje completo". Por otra parte sabemos que los médicos del puerto recibían una regalía de los importadores si declaraban el navío libre de epidemias. Cuando el caso parecía dudoso, la cargazón entera era llevada al lazareto de la Chorrera,106 situado en la desembocadura del río Almendares. Allí se les mantenía en observación durante 40 días. Pero cuando el tráfico se intensificó, y hubo meses de coincidir en puerto varios barcos con 2000 o 3000 chinos a bordo, fue preciso prescindir de todos estas precauciones. Si el caso aparecía como realmente peligroso, el buque entero era dirigido hacia el Mariel...
Apoyándose hipócritamente en la agitación popular en la costa de China, el Gobierno inglés presionó fuertemente en Madrid y Lima para obtener la anulación oficial del tráfico de culíes hacia La Habana y El Callao, Perú. El resultado fue la Real Orden del 28 de diciembre de 1859,162 la cual " ...suspendía la introducción de colonos asiáticos en la isla (...) [por] los obstáculos con que se tropieza en los puertos de China para los enganches".163 En consecuencia, el general Serrano dictaba un Decreto del 10 de febrero de 1860 que prohíbe la introducción de chinos en la Isla a partir del 31 de diciembre próximo. Tal parecía como si la trata amarilla hubiese definitivamente cesado, pero esto sería conocer mal a los esclavistas españoles; hubo una interrupción de un año, 1862, cuando sólo llegó una expedición con 344 culíes; al año siguiente llegaron tres con 952 y siete en 1864 con 2 153. A partir de entonces se recupera el tiempo perdido, y en 1866 llegan 20 con 12 391 culíes. Los barcos que trajeron culíes de 1862 a 1864 fueron dos españoles, dos belgas, uno francés, uno chileno, uno alemán y seis portugueses en 1864.164 Estos son los datos registrados en la Aduana de La Habana; los culíes desembarcados de contrabando en Mariel, Santiago de Cuba y otros puertos, son imposibles de evaluar, pero no fueron muy numerosos al parecer.
El Artículo 13 del Real Decreto español de 1860 expresa que los buques que transportan los trabajadores chinos a Cuba deben ―a menos que se necesite lo contrario― desembarcarlos en La Habana. De ahí viene la costumbre de ir a ese puerto después de haber pasado una cuarentena en el puerto de Mariel, en la vecindad de Guanajay.
Escritos de algunos Chinos narrando, sus desventuras al llegar a puertos cubanos.
Hsieh Shuang-chiu y otros 11 escriben en su petición: "Tan pronto como desembarcamos, cuatro o cinco extranjeros montados a caballo, armados de látigos, nos condujeron como una manada de bestias al barracón para ser vendidos".
Li Chao-ch'un y otros 165 escriben: "En La Habana, después de varios días detenidos en el pabellón de cuarentena, nos cortan la trenza y esperamos en el mercado de hombres [barracón] la inspección del comprador y el ajuste del precio.
Ling A-pang y otro declaran en su exposición que en el mercado a que fueron conducidos a su llegada a La Habana, las personas que deseaban comprarlos les hacían quitarse las ropas, y examinaban sus cuerpos para ver si eran robustos, tal como si se tratase de la venta de un caballo o de un buey; que así los chinos no son solamente sometidos a maltratos sino también a pasar por esta vergüenza.
Debido al tránsito, de esta gran cantidad de culíes es que tenemos en nuestro municipio el cementerio chino.
El Municipio de Mariel Guía Telefónica Ciudades, Pueblos y Lugares de Cuba
Nota del Blog: Aunque ya tenemos en nuestro poder el ejemplar digitalizado, de este libro, no hemos podido interiorizar profundamente en él, por falta de tiempo, pues estamos buscando en internet, por el momento, todo material que nos pueda servir lo cual es un buen punto de partida para nuevas investigaciones. La idea con la publicación de esta lista telefónica, es motivar a nuestra comunidad a indagar en la red, bibliotecas y archivos que puedan existir, donde viven, es de particular interés además del Archivo Nacional de Cuba, El Museo Municipal del Mariel, concientizar a quienes puedan tener algun tipo de documento, material fotográfico, sobre la importancia de que lo compartan, así entre todos, podremos reconstruir nuestra historia. No es necesario que nos cedan los originales, lo cual sería lo ideal, pero mientras no tengamos un espacio con las condiciones ideales para su conservación y seguridad para ellos. Pero si pueden tomar una fotografía o escanear los documentos y fotografías y remitirlos a nuestro correo que está en la parte superior de nuestro blog. Lugares donde pueden encontrar material relacionados con el Mariel, Biblioteca de la Universidad Internacional de la Florida, Biblioteca y Archivo de Miami, Archivo Nacional de España. Mariel en el Directorio Telefónico de las Provincias: | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Edición 1955 | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Presentamos la información en esta guía telefónica lo más fiel posible a como aparece en nuestro ejemplar.
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