miércoles, 19 de julio de 2017

El Mariel, fue el primer suelo que pisaron miles de Chinos, Indios, filipinos y asiáticos en general, que llegaban a Cuba.



Culi, culí  ​ o coolie , se les decía despectivamente  a los cargadores y trabajadores con escasa cualificación procedentes de la India, China y otros países asiáticos. También se utilizó para nombrar a los emigrantes de esos países que eran contratados en las colonias europeas o en los países americanos. La utilización de culíes o peones aumentó tras la abolición del comercio de esclavos.
Los culíes indios eran reclutados por contratos que establecían un periodo de trabajo no menor a ocho años, a cambio del transporte y un sueldo; pasado dicho lapso, el trabajador podía regresar a su hogar o buscar otro trabajo. En el caso de los chinos las condiciones eran más irregulares.
A Cuba llegaron unos 150.000 chinos que trabajaron principalmente en las plantaciones de azúcar de La Habana y Matanzas. En principio, estos chinos eran hombres libres, pero sus contratos les obligaban a trabajar hasta reembolsar el coste de su transporte y padecieron el mismo régimen carcelario que los esclavos africanos. Además, se dio la paradoja de que los esclavos fueron los encargados de instruir a los chinos en sus tareas, y la metodología de enseñanza que utilizaron fue la que aprendieron de los españoles a fuerza de golpes y maltratos. 
Aunque se tiende a generalizar, por sus rasgos fisonómicos, no todos los asiáticos, eran chinos, muchos de estos indios, japoneses y otros tantos eran traídos de la colonia filipina._ Ciertas, conjeturas aún están por se investigadas _


Apenas fondeado el buque, el médico del puerto hacía una visita para comprobar que no había epidemia a bordo. Por ello cobraba cinco reales por cada chino, unos 300 pesos por cada buque; pero casi siempre era una simple formalidad, pues los capitanes tenían buen cuidado en hacer desaparecer previamente todos los indicios acusadores. Un periodista norteamericano, James O'Kelly,105 que visitó uno de los clípers de chinos surto en puerto, escribía: "Difícil es obtener una relación digna de crédito de lo que pasa a bordo de uno de esos buques durante el viaje, puesto que estando toda la tripulación comprometida a guardar silencio, tiene buen cuidado en ocultar todo lo que pueda perjudicarla. Me sorprendió muchísimo encontrar a los chinos en buen estado y vestidos con un traje completo". Por otra parte sabemos que los médicos del puerto recibían una regalía de los importadores si declaraban el navío libre de epidemias. Cuando el caso parecía dudoso, la cargazón entera era llevada al lazareto de la Chorrera,106 situado en la desembocadura del río Almendares. Allí se les mantenía en observación durante 40 días. Pero cuando el tráfico se intensificó, y hubo meses de coincidir en puerto varios barcos con 2000 o 3000 chinos a bordo, fue preciso prescindir de todos estas precauciones. Si el caso aparecía como realmente peligroso, el buque entero era dirigido hacia el Mariel...
Apoyándose hipócritamente en la agitación popular en la costa de China, el Gobierno inglés presionó fuertemente en Madrid y Lima para obtener la anulación oficial del tráfico de culíes hacia La Habana y El Callao, Perú. El resultado fue la Real Orden del 28 de diciembre de 1859,162 la cual " ...suspendía la introducción de colonos asiáticos en la isla (...) [por] los obstáculos con que se tropieza en los puertos de China para los enganches".163 En consecuencia, el general Serrano dictaba un Decreto del 10 de febrero de 1860 que prohíbe la introducción de chinos en la Isla a partir del 31 de diciembre próximo. Tal parecía como si la trata amarilla hubiese definitivamente cesado, pero esto sería conocer mal a los esclavistas españoles; hubo una interrupción de un año, 1862, cuando sólo llegó una expedición con 344 culíes; al año siguiente llegaron tres con 952 y siete en 1864 con 2 153. A partir de entonces se recupera el tiempo perdido, y en 1866 llegan 20 con 12 391 culíes. Los barcos que trajeron culíes de 1862 a 1864 fueron dos españoles, dos belgas, uno francés, uno chileno, uno alemán y seis portugueses en 1864.164 Estos son los datos registrados en la Aduana de La Habana; los culíes desembarcados de contrabando en Mariel, Santiago de Cuba y otros puertos, son imposibles de evaluar, pero no fueron muy numerosos al parecer.
El Artículo 13 del Real Decreto español de 1860 expresa que los buques que transportan los trabajadores chinos a Cuba deben ―a menos que se necesite lo contrario― desembarcarlos en La Habana. De ahí viene la costumbre de ir a ese puerto después de haber pasado una cuarentena en el puerto de Mariel, en la vecindad de Guanajay.



Escritos de algunos Chinos narrando, sus desventuras al llegar a puertos cubanos.
Hsieh Shuang-chiu y otros 11 escriben en su petición: "Tan pronto como desembarcamos, cuatro o cinco extranjeros montados a caballo, armados de látigos, nos condujeron como una manada de bestias al barracón para ser vendidos".
Li Chao-ch'un y otros 165 escriben: "En La Habana, después de varios días detenidos en el pabellón de cuarentena, nos cortan la trenza y esperamos en el mercado de hombres [barracón] la inspección del comprador y el ajuste del precio.
Ling A-pang y otro declaran en su exposición que en el mercado a que fueron conducidos a su llegada a La Habana, las personas que deseaban comprarlos les hacían quitarse las ropas, y examinaban sus cuerpos para ver si eran robustos, tal como si se tratase de la venta de un caballo o de un buey; que así los chinos no son solamente sometidos a maltratos sino también a pasar por esta vergüenza.
Debido al tránsito, de esta gran cantidad de culíes es que tenemos en nuestro municipio el cementerio chino.

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